El conductor mantuvo una extensa charla con Infobae en la que analizó la actualidad, pero también abrió su corazón y contó cómo se siente a un año de perder a su mujer: “En mi vida hubo un antes y un después, yo era muy familiero y encontrarte con la soledad de tu departamento de nuevo a esta edad es difícil”.
— ¿Hoy cómo estás?
— Muy mal, cuando vos pensás que empezás a reponerte es cuando más te duele el duelo. No te olvidas, más a esta edad, ya te queda poco tiempo para poder olvidar y mucho tiempo para recordar. Gracias a Dios que estoy mal porque Adriana se merece que yo esté muy mal, ella fue mi vida. Yo morí el 14 de febrero con mi mujer y lo que sigue es una cáscara del hombre que fui. Sigo adelante, tengo tres hijos maravillosos pero yo me morí con ella.
— ¿Qué es lo que más extrañás?
— Nosotros fuimos siempre una pareja muy rara, muy libres, éramos un equipo. Me dice mi hijo Leandro: «Ustedes no eran un matrimonio, eran un equipo». Los dos teníamos un objetivo común desde que nos pusimos de novios que era formar una familia, ir para adelante y salir del status que teníamos de chicos. Lamento el hecho que ella no esté al lado mío para compartir todo lo que logramos juntos, me quedó a mí solo y es feísimo. Eso es lo que extraño, que ahora que era el momento de reírse no hay carcajada juntos. Y yo solo tenía carcajadas con ella; si algo nos unía era el humor, ella entendía muy bien cuál era mi estilo y yo entendía muy bien el de ella. Yo era un barrilete y ella tenía la punta del hilo. Siempre fui un tipo muy desapegado a la familia, y de golpe tengo que ir al supermercado, acompañar a mi hija al médico, llevar a mi nieto a otro lado. Es una vida que nunca hice, no sabía qué era una calesita, un tobogán, nada.
— ¿Le encontraste el gustito a eso?
— No. Lo hago porque hay que hacerlo. Amo a mis nietos, son maravillosos, pero yo esperaba otra cosa para mi vida. Sería un hipócrita si te dijera: «No sabés lo feliz que estoy con ser abuelo». Yo no me preparé para abuelo nunca, de hecho me sigo subiendo a la moto porque no quiero ser abuelo. Es egoísta, pero es verdad.
— ¿Pero tiene que ver con la edad o tiene que ver con el rol y con el ocuparse de los chicos?
— Es todo. La sociedad te va poniendo en diferentes lugares cuando te dicen «¿Andas en moto? ¿Vos cuántos años tenes?» «64» «¿Cómo vas a andar en moto?» Y cuando cumplís 65 «65», «No, ayer tenía 64» «No, pero ahora tenés 65», es una locura. Yo me siento siempre de la edad que me divierte. No sé de qué edad pero me divierto…
— ¿Te imaginás rehacer tu vida?
— No, sería una falta de respeto. Sé que tengo que vivir como un hombre entero. Sé que puedo tener sentimientos y enamorarme, pero por ahora estoy muy cómodo en mi cama. Es más, calculo que si un día rehago mi vida no sería en el mismo departamento. Hay varios tiempos del ser humano, no siempre uno tiene que hacer lo mismo, si no te vas convirtiendo en un hombre gris. (Infobae)
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