El «segundo nacimiento» de la entrerriana que llegó a 130 kilos y adelgazó 60

Hace dos años Antonella se miró al espejo y no se reconoció: pesaba 130 kilos. ¿Cómo llegó a tener ese cuerpo? Se sometió a un bypass gástrico y con esfuerzo, logró adelgazar 60 kilos. El cambio de vida de la entrerriana.

-Quería contarte que hoy fui a una reunión para averiguar sobre la operación de bypass gástrico -le dijo por teléfono Antonella a su hermana, mientras se comía una hamburguesa con papas fritas-. Por lo que dijeron es algo para gente muy gorda, así que obviamente no es para mi.
-Haceme un favor -le respondió su hermana con mucho amor-: cuando llegues a tu casa parate en ropa interior frente al espejo y llamame.

Antonella le corto. Estaba indignada. ¿Por qué su hermana le hablaba así? ¿Tan grave era su imagen? ¿Tanto tenía que adelgazar? «Hay mucha gente que pesa 130 kilos -pensó- No es para tanto». Ella no registraba los kilos, ni los trastornos de salud que ya tenía, ni el cansancio que le generaba estar de pie más de una hora.

Sin embargo, cuando llegó a su casa, se sacó la remera, las calzas y se paró frente a un espejo. La imagen que le devolvió no le gustó nada. ¿Esa era ella? ¿Hacía cuánto tiempo no se observaba? Se secó las lágrimas, se cambió lo más rápido que pudo, agarró el teléfono y llamó al centro de salud para concertar la segunda entrevista.

«Comía para no hablar»

Antonella siempre fue «rellenita», pero haciendo deporte y una rutina de alimentación sana logró mantener un peso saludable hasta el momento de casarse.
A los 26 años se casó muy enamorada con su novio de la facultad. Sin embargo, el amor se diluyó enseguida y ambos se dieron cuenta que no se complementaban como pareja ni tenían proyectos en común. «El destrato y el desprecio -dice Antonella- eran constantes y en vez de hablar con mi familia y mis amigos, que pensaban que éramos la pareja perfecta, comía. Lloraba y comía. Me angustiaba y comía. Me encerraba y comía. Todo el día comía. Comía para no hablar».

Un día, después de mucha terapia, dijo basta y se fue del departamento con lo puesto. Con mucho dolor decidió soltar todo lo que le hacía mal y empezar a cuidarse.
Fueron siete años de angustia que se tradujeron en 130 kilos. O más. Porque 130 es lo que marcó la balanza esa última vez que juntó coraje y se pesó. Y eso, fue mucho antes de que decidiera enfrentar su problema.

Cuando escuchó sobre la operación

Una tarde, un compañero nuevo del trabajo, sin que ella le preguntase nada, la miró y le dijo: «Sos muy linda Anto pero tenés sonbrepeso. Tenés que hacer algo». Ella se quedó helada y lo miró con cara de «¿Quién te preguntó?». Él ignoró su gesto y siguió hablando como si nada: «¿Sabés cómo era yo hace 8 meses?» y antes de que Antonella pudiera responder, sacó su celular y le mostró una foto. Había adelgazado 70 kilos y estaba irreconocible.

Por un lado, ella sentía que su compañero era un desubicado y quería irse corriendo, pero también quería saber del tema, preguntarle todo con lujo de detalles. Por suerte, él no esperó que ella reaccionara y continuó: «El martes tengo control con la nutricionista, vení conmigo y conoce el centro donde me hice el bypass gástrico».

Ese martes a la mañana él le mandó un mensaje pasándole la dirección y ella, aunque lo dudó bastante, decidió ir. Mientras él se atendía ella se quedó sentada en la sala de espera. Cuando salió le preguntó si había sacado un turno y ante su negativa él se paró, se acercó al mostrador y sacó el turno por ella.
A los pocos días Antonella fue a la primera reunión-que era grupal y meramente informativa- y se fue desilusionada. Caminó unos metros, se sentó en un local de comida rápida y llamó a su hermana: «Es para gente muy gorda, obviamente no es para mi».

La operación

Esa misma semana comenzó el tratamiento. Para poder hacerse el bypass gástrico le exigieron que baje el 10% de su peso y ella estaba tan motivada que bajó un poco más. Empezó a caminar, a charlar con gente que había pasado por lo mismo y se convenció de que iba a poder.
El día de la operación estaba ansiosa pero no tenía miedo, confiaba en el equipo médico y en que iba a aprovechar esta nueva oportunidad que le daba la vida.

Fueron cuatro horas de quirófano, dos días de internación y una dieta líquida que tuvo que seguir al pie de la letra durante una semana. Tuvo que aprender a realimentarse como un bebé. Hoy dice que la paciencia es clave para superar esa primera etapa. Durante un año fue sumando nuevos alimentos hasta que finalmente le dieron el alta. Eso sí, hasta el día de hoy tiene que cuidarse para no recaer.

Su segundo nacimiento

Antonella nació en Gualeguaychú, provincia de Entre Ríos, el 22 de septiembre de 1979. Hoy tiene 37 años y marca la fecha de la operación -el 29 de septiembre de 2014- como su segundo nacimiento. «Bajé 60 kilos y mi vida cambió. Volví a creer en el amor, hago deportes, aprendí a valorarme y, sobre todo, a no callar nada. Lo resumo en una palabra: «Resiliencia», que me tatué en el cuerpo hace dos años.
Cambió sus hábitos de vida, incorporó disciplina, aprendió a confiar en sus afectos y a escuchar su cuerpo. Hoy está embarazada de 4 meses y está por cumplir el sueño de formar una familia, una realidad con la que antes ni podía soñar. (La Nación – Elonce).

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