Se estima que en el mundo, entre millones de hombres y mujeres que viven en todos los países, hay solamente 350.000 personas que tienen 100 o más años. Este martes 21 de mayo, Pedro Franzot, quien reside en Crespo, llegará al centenario de vida. Nació en Colonia La Llave (Departamento Nogoyá), cerca de Lucas González, a los 23 años se fue a vivir a Buenos Aires, donde estuvo radicado durante 4 décadas. Allí trabajó en una fábrica de pinturas, en la reconocida confitería Dos Chinos y en la Facultad de Arquitectura. Pero tal lo había anticipado, regresó a su Entre Ríos natal.
Vivió en Seguí, donde entre otras actividades sociales, dirigió un centro de jubilados, para finalmente, en 2013, afincarse en Crespo. Con su esposa, con quien compartió 70 años de vida matrimonial (hasta el fallecimiento de su compañera, en 2018) formó una familia, con 3 hijos: Aldo (reside en Córdoba), Mirta (vive en Buenos Aires) e Iván (radicado en Mendoza), quienes se turnan, un mes completo cada uno, para ir a la Capital Nacional de la Avicultura y acompañarlo y darle las atenciones correspondientes. “No pensaba llegar a esta edad. Nunca tuve una enfermedad. Me sentí siempre bien y estoy muy contento de llegar a los 100” comentó Don Pedro, quien junto a su hija Mirta, recibieron en su casa a periodistas de El Observador. “Tengo un gran apoyo de mi familia. Como quedé ciego hace algunos años, me ayudan, pero si yo estaría bien de la vista, podría desenvolverme perfectamente solo”.
Con una memoria envidiable, fue recordando cada uno de sus pasos por esta vida, como sus trabajos, desde que comenzó sus labores rurales en el campo de sus padres. “Cuando tenía 23 años, la única ciudad que conocía era Lucas González, que está cerca de La Llave, así que fue un desafío grande ir a Buenos Aires, donde me decían que había mucho trabajo. Y fue así, porque a los 3 días, ya tenía empleo” recordó, en momentos donde cientos de entrerrianos emigraban en busca de nuevos horizontes.
Con alegría y lleno de vitalidad, “Don Pedro” realiza – acompañado por alguno de sus hijos – sus habituales caminatas por el barrio, escucha y se involucra con las noticias y de lo que pasa en el país. Su comida preferida, no duda en afirmar, es el asado a la parrilla y contó sobre su pasión por la música (tango), que lo llevaron a aprender a tocar el bandoneón. Para destacar, a sus 100 años, casi no toma medicamentos, salvo algún tranquilizante para la noche.
“Don Franzot”, como casi todos les llaman en el barrio, tiene “miles” de anécdotas para contar, protagonista de una gran historia de vida, familiar, de sueños, esfuerzo y logros. Hoy llegó a sus 100 años y lo festejará junto a sus amigos, conocidos y seres queridos que lo acompañan cada minuto de cada hora de cada día.
Fuente: El Observador del Litoral
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