La familia entrerriana que adoptó a 4 hermanitos

En Villaguay, una familia adoptó a cuatro hermanitos. El Registro de Adoptantes fue el organismo que posibilitó el acto de amor. Este tipo de casos no son comunes en Argentina.

Se trata de una pareja de Villaguay.  Él, un policía retirado, y ella cocinera en una escuela. Alberto y Patricia lograron concretar el sueño de ser padres,  de una joven de 12 y tres niños de 10, 9 y 4 años. Luego de un largo trayecto y muchos inconvenientes, lograron adoptar a estos cuatro hermanitos. En el pasado habían intentado diferentes tratamientos, pero al no conseguir resultados favorables y poner en riesgo la salud de Patricia, el camino llegó por otro lado: la adopción.

Aseguran que no fue nada fácil y demoró casi 4 años. “Los tiempos de la justicia no son los mismos que uno quisiera” afirmaron a FM Litoral 103.1.  Alberto comentó que no querían separar a la familia ya que se trata de un grupo de hermanos muy unidos. Se veían todos los días y se juntaban a jugar. Se apoyaban mutuamente. Ante esta situación y el riesgo de quebrantar el vínculo, tomaron la decisión de adoptarlos a todos. “Nos enteramos que cuando los chicos fueron llevados ante el juez, en el acta que les habían labrado, ellos pidieron que no los separen”, finalizó el esposo.

No es común que haya familias que adopten tantos niños en la Argentina. El proceso fue largo y constó de varias entrevistas previas con trabajadoras sociales y muchos formularios por firmar. El acompañamiento de profesionales fue constante.

“Nos dijeron que en 20 días aproximadamente, recibiríamos el llamado del juez. Esos 20 días se convirtieron en dos meses. Finalmente el 8 de noviembre los conocimos. Hasta ese momento, no sabíamos cómo eran físicamente. Por ahí a ellos se les escapaba y te decían ‘tu nena tiene pecas’ y vos te la imaginas pero no sabes si es morochita, rubiecita, alta, baja, etc. Los chicos tenían que entrar al despacho del magistrado a las 9 y nosotros a las 10, llegamos a las 9:50 y los niños estaban en la antesala, todavía no habían pasado. Cuando ingresamos, nos conocieron antes de entrar. A ellos ya les habían hablado de nosotros, en ese momento se nos vienen encima para abrazarnos al grito de ‘¡papi!’ y ¡mami!’ y eso fue muy fuerte. Todavía no habíamos firmado nada y el chiquitito se me prendía del pantalón me decía ‘¡papi papi! y no me quería soltar. Ahí me di cuenta que todo había valido la pena. Dios me dio esta bendición y yo no la voy a desaprovechar”, recordó Beto casi entre lágrimas.

Durante el lapso de  un mes, desde el 8 de noviembre hasta el 8 de diciembre, atravesaron un proceso de adaptación que consistía en visitas especiales los fines de semana. El 12 de abril del corriente año obtuvieron la tenencia permanente.

“Lo único que les pedimos a los chicos es que estudien, y que sepan que siempre que dependa de nosotros, van a tener siempre a su papá y su mamá. Siempre vamos a estar parta apoyarlos y alentarlos, no para controlarlos, si para lo que necesiten”, finalizó el papá.

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